jueves, 28 de mayo de 2015

La cura del enojo

El enojo es un estado emocional que se expresa verbal o físicamente. También puede no expresarse, y simplemente contaminar los pensamientos. De cualquier manera, el enojo tiene un componente emocional que implica ira, rabia, angustia, ansiedad, deseos de venganza, estrategias de revancha, etc. y un componente físico, que puede ir desde el llanto como traducción de la impotencia, hasta una casi involuntaria reacción de agresión física hacia personas o cosas, pasando por palpitaciones excesivas, contracturas, fricciones dentales, entre otras.

Para llegar al enojo, es necesario una persona que se sienta de esa manera  y una razón para estarlo. Esta razón puede ser provista por otra persona, y es entonces cuando uno se encuentra enojado con tal fulano. También puede generarla una situación, un hecho, o acción que puede haber sucedido en el pasado, ser presente, o esperarse para un futuro. La razón puede variar infinitamente, y está muy relacionada con los principios, deseos y creencias de la persona que sufre el estado de "enojamiento". 

Claramente, el enojo y sus consecuencias, lejos de intervenir en un cambio en la razón que lo genera, perjudica al recipiente de ese sentimiento. La racionalización que concluye en que el enojo no sólo es inútil, sino que es perjudicial para uno mismo, ayuda bastante a mejorar la calidad de vida, y a pensar otras formas de asimilación de lo que uno percibe como realidad. Si concebimos el enojo como una opción personal, ajena a todo lo demás, es más fácil evitarlo y en su lugar tomar posturas mucho mas constructivas para resolver una situación que no podamos entender o cambiar. 

De esta manera, el enojo bien manejado, en vez de suscitar un dolor de cabeza, puede convertirse (si elegimos este camino) en motor que movilice nuestras acciones hacia horizontes mas prometedores y productivos, generadores de estados emocionales más felices.     

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